Por Alexandra Rossi
Aunque para muchas mujeres ser soltera después de los 40 o 50 años pueda significar libertad y autonomía, para la gran mayoría no es así. Cuando Dios creó al hombre, vio que él estaba solo y le creó una compañera ideal: la mujer (Génesis 2:18-23). Esto está impregnado en nuestra genética. No solamente el ser humano no está diseñado para estar solo, sino que para nosotras las mujeres el tener una pareja significa compañía, familia, apoyo y una realización personal.
¿Pero qué pasa cuando pasan los años y no encontramos una pareja ideal?
Lo primero que quiero que sepas es que los planes de Dios son perfectos y hay un propósito en todo lo que Él permite que pase o que no pase en nuestras vidas. Si estás soltera definitivamente es porque Dios así lo quiere para esta etapa del plan que tiene para ti.
Eclesiastés 3:1 dice que todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Si en este momento estás soltera es porque es el tiempo en que Dios te necesita sola. ¿Por qué? Pregúntaselo a Él en oración y verás que la respuesta se te revelará:
Quizás Él te necesita para que te ocupes de Sus cosas. 1 Corintios 7:34 afirma: “Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.”
Quizás no estás lista para una relación o tu futuro esposo no está listo para una relación. Algo que puedes hacer es orar por tu futuro esposo y por ti misma.
Quizás Dios te necesita sola porque está trabajando en ti y una pareja interferiría con tu restauración o renovación.
Cantar de los Cantares 3:5 dice: “Yo os ruego, oh hijas de Jerusalén, por las gacelas o por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera.” Si Dios no te ha enviado el hombre que tiene escogido para ti, este versículo nos anima a no andar de novio en novio buscando una pareja sin la dirección de nuestro Padre Celestial, sino que seas paciente hasta que llegue la unión con el ser amado que Dios ha escogido para ti.
Cuando uno está demasiado enfocado en aquello que le falta o que no tiene, surge la ansiedad, la depresión y la sensación de que otras personas son más bendecidas que uno, lo cual es una mentira del enemigo.
Ocupa tu tiempo en las cosas del Señor. Atiende eventos de la iglesia, únete al grupo de mujeres, o a un ministerio. Si no asistes a una iglesia, te animo a que busques una que sea centrada en la Biblia y conozcas otras mujeres cristianas que puedan orar por ti y formar amistades sanas. Dedícate a servir al Señor. No hay nada más satisfactorio que dedicarle tiempo a aquel que te ama más que a todas las personas en la tierra.
Acuérdate de Salmo 37:4 que dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”
La soltería es un regalo de Dios. Pablo nos dice en 1 de Corintios 7:7-8: “Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo.” Y versículo 24 añade: “Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios.”
Amiga, pon todo en las manos de Dios. Si deseas un esposo ponlo en oración pero dile a Dios que se haga Su perfecta voluntad. No te apresures y entables relaciones con gente que no viene de Dios, en yugo desigual. Espera en el Señor. Y mientras tanto, dedícate a servir a Dios, pídele que te moldee en la persona que Él desea que seas, y recuerda que si Dios te quiere soltera es porque así es mejor para los planes que tiene para ti que son perfectos y buenos.
Dios te ha bendecido con un hijo a una edad joven, cuando muchas mujeres se ocupan en avanzar en sus carreras, en viajar o en salir en citas con muchachos a divertirse. Pero tú, querida amiga, tienes la mayor bendición: Eres mamá. Salmo 127: 3 nos dice: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.”
En un mundo que constantemente redefine lo que significa ser mujer, encontrar y abrazar nuestra verdadera identidad puede parecer un reto. Sin embargo, como mujeres cristianas, tenemos una base firme sobre la cual construir nuestra identidad: la Palabra de Dios. En Cristo, descubrimos quiénes somos realmente y el propósito glorioso que Dios ha diseñado para nosotras.
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