Reconciliando mi Matrimonio

Por Alexandra Rossi

Reconciliando mi matrimonio

Desde el comienzo de la humanidad Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementaran.  Él no dijo “Crearé a Eva, ayuda idónea para Adán, hasta que el amor les dure, o hasta que no haya peleas, o hasta que decidan separarse”. No, Dios nos creó para estar unidos. Es obvio que Dios no quiere que estemos en matrimonios donde hay abuso y corra en riesgo nuestra seguridad. Y también Mateo dice que es lícito el divorcio si ha habido adulterio. (Mateo 19:9).

¿Pero qué pasa cuando hay problemas, falta de amor, aburrimiento, peleas y la relación está muerta?  

Al igual como Jesús resucitó a Lázaro, Él es capaz de revivir cualquier matrimonio. Veamos cómo:

ACÉRQUENSE AL SEÑOR EN UNIDAD

Primero que todo, dale a Dios el control y ponlo en la mitad para que él trabaje en tu matrimonio, y Él hará. Establezcan una hora al día para leer la Biblia, conversar acerca de lo leído y orar juntos. Un matrimonio cimentado en el Señor no podrá ser destruido. Vayan a la iglesia juntos, y si él no desea ir, ora por tu esposo, para que Dios toque su corazón. “Orad sin cesar”, dice la Palabra en 1 de Tesalonicenses 5:17.

DIALOGUEN Y PERDONÉNSE

En una relación muchas veces decimos cosas que hieren o molestan a la otra persona, ya sea queriendo o sin querer.  Y aunque puede que en el momento no se diga nada, esas palabras van penetrando el corazón y la mente de la otra persona hasta que un día explota.

Por eso es importante que tengan un diálogo abierto, yendo hasta lo más profundo y diciéndose qué es aquello que les ha herido o molestado a través de los años. ¡Cuidado! No es para echarse en cara las cosas, sino que, al contrario, se escuchen mutuamente y se perdonen con amor, entendiendo que todos somos humanos y todos cometemos errores.

Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. 

ESTABLEZCAN LÍMITES Y RESPETO MUTUO

Es importante darse un poco de espacio de vez en cuando para ocuparse de cosas personales. Si, por ejemplo, a él le gusta ver el juego de fútbol los domingos y a ti te molesta, cambia esa actitud y en vez de reclamarle y pelearle, ocúpate de ti misma. Vete a hacer las uñas, haz una manualidad, o encuentra algo divertido que hacer. Dedícate a ti misma, no como venganza, sino con respeto de que lo que a ti te gusta puede que tampoco le guste a él. Todos somos diferentes, y todos necesitamos un tiempo para recargarnos. Dale espacio y date tú también tu espacio. Cuando se reencuentren después de las actividades ambos estarán felices y esa felicidad se reflejará en la relación.

VUELVAN A LA LUNA DE MIEL

¿Te acuerdas cuando eran jóvenes y salían a cenar, al cine, o a dar una caminata por un parque romántico? Determinen un día a la semana para tener un “Date” o cita romántica. Sin niños, sin amigos, sin parientes, Sólo ustedes dos. Ponte bien bonita para él y si él se arregla, halágalo y dile qué guapo se ve. Si les es imposible dejar a los niños con alguien, consíganse una niñera que venga a casa por ese par de horas, o si tampoco esto es posible, hagan una cena romántica cuando los niños están en la cama. Pon velas, recuerden tiempos felices, hablen de su niñez, o de cosas positivas. Recuerda la importancia de la intimidad, tanto emocional como física, para un matrimonio saludable.

BUSQUEN ALGO EN COMÚN Y HAGAN UN PLAN

¿Siempre han hablado de ir a visitar un lugar local, hacer ese viajecito, bajar unas cuantas libras, pintar las paredes, comprar una casita, o terminar ese rompecabezas de como un millón de piezas? ¡Éste es el momento ideal para ponerse manos a la obra! Establezcan un plan y comprométanse a cumplirlo. Ya sea ahorrando, comprando esos tiquetes, sacando del cajón aquello que está sin terminar, inscribiéndose en un gimnasio… Propónganse una meta y empiecen hacia adelante en equipo.

BUSQUEN AYUDA PROFESIONAL

Habla con tu Pastor y pregúntale si les puede dar consejería. Muchas iglesias la tienen para sus miembros. Si no, busca un terapista de parejas profesional que los ayude a reconciliar las diferencias. Si es cristiano, aún mejor. Lo más importante aquí es que ambos tengan el mismo deseo de arreglar el matrimonio. Si él no está interesado, ora a Dios para que toque su corazón y lo ablande hacia Él y hacia ti.

El Señor estableció el matrimonio como una institución sobre la cual se basa la sociedad. Si tú y tu esposo trabajan juntos con el Señor para revitalizar el matrimonio, no solo estarás bajo lo que Dios manda, sino que tu vida y las de tus hijos tendrán mayores bendiciones.

"Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer." – 1 Corintios 7:10-11

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