Por Alexandra Rossi
Yo tuve una niñez y adolescencia difíciles y con diversos traumas, motivo por el cual, subconscientemente, tomé muchas decisiones equivocadas durante mi adultez. Muchas personas se escudan en sus traumas para continuar actuando de manera equivocada, pero Dios nos ha llamado a nacer de nuevo, a renovarnos y a no mirar atrás.
2 de Corintios 5:17 dice: De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Si aceptas a Jesús como tu Señor y Salvador, tú naces de nuevo y Jesús mismo se encarga de sanarte.
Lo primero que debes entender es que tu pasado no define tu futuro ni define quién eres. Tu identidad está basada en que eres una hija de Dios, gracias al sacrificio de Jesús en la cruz. Isaías 53:5 nos dice que por las llagas de Jesús en la cruz fuimos todos sanados. ¡Acepta esa sanidad, porque ya es tuya! Jesús murió para darte Libertad.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó. – Eclesiastés 3:15 Es decir, Dios te puede restaurar porque Él es el dueño del tiempo. Lo que fue ya fue, pero no quiere decir que así vaya a ser siempre. Toma la mano de Dios, porque Él te ama. Sí, así como eres, con todos tus traumas, con todas tus fallas, con todas tus caídas y con todo tu pasado. Él te ama tanto que envió a su Hijo Jesucristo a morir por ti. Tú eres su hija amada. Entrégale todo a Él y pídele que te sane. Verás cómo Él se encarga de sanar ese corazón tuyo y ponerte uno nuevo.
Aunque algunas personas o situaciones hayan roto tu corazón y hayan dejado grietas en él, Dios promete darte un corazón nuevo, sin roturas y sin traumas. Un corazón donde su Espíritu Santo more y tú endereces tus caminos. Pídele que te cambie el corazón y puedas caminar en sus estatutos sin andar arrastrando un pasado doloroso.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. – Ezequiel 36:26-27
El plan de Dios para tu vida no es de sufrimiento ni que cargues con traumas que te impidan vivir la vida que Él tiene planeada para ti. ¿Cómo liberarte de las cargas? Perdona. Sí, así no mas. Sin esperar que te pidan perdón, sin esperar que quienes te lastimaron cambien, sin esperar que la situación traumatizante desaparezca. Y perdónate a ti misma. Por aquello que hiciste o dejaste de hacer. Porque al pedirle perdón a Dios, Él ya te perdonó y ni se acuerda de aquello.
En Mateo 11:29 Jesús dice: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. ¿Qué quiere decir llevar el yugo de Jesús? Síguelo, aprende de Él, sé obediente a Dios. Incluso Jesús fue obediente al Padre. Tú también lo debes hacer y tu carga será ligera.
En conclusión, Dios es el único que sana completamente tu corazón. Ponle a sus pies todos tus traumas, toda tu vida y todo lo que eres, y sentirás el bálsamo que viene de lo alto sanar toda tu vida.
Dios te ha bendecido con un hijo a una edad joven, cuando muchas mujeres se ocupan en avanzar en sus carreras, en viajar o en salir en citas con muchachos a divertirse. Pero tú, querida amiga, tienes la mayor bendición: Eres mamá. Salmo 127: 3 nos dice: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.”
En un mundo que constantemente redefine lo que significa ser mujer, encontrar y abrazar nuestra verdadera identidad puede parecer un reto. Sin embargo, como mujeres cristianas, tenemos una base firme sobre la cual construir nuestra identidad: la Palabra de Dios. En Cristo, descubrimos quiénes somos realmente y el propósito glorioso que Dios ha diseñado para nosotras.
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