Por Alexandra Rossi
¿Alguna vez te has sentido que no hay salida a una situación? ¿O que cuando algo pasa o te dicen algo que te afecta negativamente tu pensamiento se nubla, se te acelera el corazón y entras en un estado de pánico? Esos síntomas de ansiedad pueden impedirte dormir bien, sentirte irritable, afectarte la concentración e incluso causarte problemas de salud físicos.
Querida amiga, no estás sola. La gran mayoría de la gente experimenta ansiedad en algún momento de su vida. Según la revista Forbes, 301 millones de personas en el mundo sufren de algún desorden de ansiedad, especialmente los jóvenes.
Sin embargo, en medio de tu ansiedad quiero que sepas que sí hay salida. Aquí te damos algunos consejos de cómo combatir la ansiedad y recuperar tu estabilidad emocional. Quizás la situación no cambie de la noche a la mañana, pero tu paz interior te ayudará a ver todo desde una perspectiva diferente, darte esperanza, y prepararte para la solución.
No hay situación que Dios no pueda resolver. Cuando somos niños y tenemos un problema corremos hacia mamá, papá o alguien en quien confiamos. Pero de adultos somos los responsables de solucionar los problemas. Sin embargo, Dios es tu padre celestial que te ha creado y sabe por lo que estás pasando. Él siempre está ahí para ti y para sostenerte de tu mano derecha. Búscale, cuéntale tus problemas, confía en Él, ábrele tu corazón. Él siempre escucha y responde porque Él tiene cuidado de ti. Dios te dice en Su Palabra:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
Jesús dice que su yugo es ligero y su carga fácil de llevar. ¿Qué significa eso? Que cuando confiamos plenamente en que Él se encarga de nuestro bienestar, nuestras preocupaciones se desvanecen. La palabra dice en Mateo 6:31-33, “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles (la gente del mundo) buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Busca primero a Dios. Verás que Él se encargará de ti.
Dios usa personas para Su propósito, y muchas veces envía ayuda a través de profesionales y médicos para cumplir su plan. No deseches la ayuda de un profesional de la salud mental. Mucha gente tiene el concepto de que un sicólogo es para los locos, pero eso no es así. Si bien confiar en Dios te dará esperanza y renovará tus fuerzas, hablar de lo que te sucede con un profesional te ayudará a poner tus pensamientos en orden, confrontar tus miedos y recibir consejos para hacerle frente a lo que te causa ansiedad.
El ejercicio regular promueve la producción de serotonina, una hormona que te hace sentir feliz. Come alimentos saludables como frutas, yogurt, verduras, carnes magras, y evita la comida chatarra. Esto ayudará a que tengas un mejor sueño durante la noche, lo cual contribuye a combatir la ansiedad. Meditar es otra manera de experimentar la paz que sólo Dios puede dar. Busca un lugar silencioso o en la naturaleza y conéctate con Dios. No tienes que ser un gurú de la mediación para lograrlo. Sólo cierra tus ojos, respira profundo, y dile a Dios cuán maravilloso es. Invita a Jesús a que entre en tu corazón, pídele que te muestre aquello de ti que lo ofende, pídele perdón por tus pecados, y permite que Él renueve Su espíritu dentro ti.
“Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.” – 1Pedro 5:7
Tu vida puede estar en el mejor momento: el trabajo, los hijos, el matrimonio, los planes de vida, pero, aun así, puedes quedarte sola de un momento a otro. Aunque todo parezca ir bien, descubrir una infidelidad y enfrentar el abandono puede cambiar tu mundo para siempre. De repente, tu castillo se derrumba y nada será igual. Tu mundo de colores se transforma en un sobrio y en blanco y negro.
Hubo una época en la que todo me salía mal. No conseguía trabajo, mis relaciones amorosas eran un desastre, cada idea que emprendía fracasaba o no prosperaba, tenía problemas en mi casa y me sentía completamente sola. Un día me enojé con Dios y le pregunté por qué me había hecho pasar por tanto dolor en mi vida. Siendo objetiva, muchas de esas situaciones no eran directamente culpa mía y se salían de mi control.
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