Por Mili Parra
Es más valioso tener un alma sana que disfrutar de un cuerpo saludable. De nada sirve estar en buena forma física si, en tu interior, hay dolor, rencor, amargura y heridas profundas del pasado. Aunque parezca complejo, lo que no se sane en tu interior se reflejará en el exterior, causando grandes daños tanto en tu cuerpo como en las personas que te rodean.
Las heridas del alma se asemejan a las heridas físicas: si no se les brinda el tratamiento apropiado, pueden abrirse, causar mucho dolor, infectarse y afectar la salud integral. De la misma manera, si no abordas las heridas en tu alma, podrías experimentar enfermedades mentales, emocionales y, como ya se mencionó, físicas.
Cultivar un alma saludable es un proceso profundo que va más allá de nuestro bienestar físico y mental.
No temas explorar tus sentimientos. Aprende a reconocerlos y procesarlos de manera saludable.
La relación con Dios es esencial en el proceso de sanidad del alma. Dedica tiempo a la oración, la meditación y la lectura de la Biblia.
Jesús es el hacedor de milagros, el agente de cambio. Así como sanó a la mujer que tocó su túnica, también puede sanar tu alma. Confía en que su poder y amor están disponibles para ti.
Al igual que Jesús perdonó a la mujer adultera, perdónate a ti misma y perdona a quienes te han herido. La liberación está en el perdón.
La Biblia nos insta a pensar en lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y digno de alabanza Filipenses 4:8: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad… Mantén una mente sana y llena de esperanza.
Ser amable, amorosa y solidaria con los demás también alimenta tu alma. El acto de dar sin esperar nada a cambio es una fuente de sanidad.
La gratitud es más que un gesto cortés de decir “gracias”. Es un aspecto esencial de la salud mental que puede afectar nuestro bienestar general.
El sueño es crucial para la salud integral. Duerme lo suficiente para revitalizar tu cuerpo y alma.
Vive en comunidad, comparte con otros creyentes y sirve a los demás. El servicio despierta el alma y nos conecta con un propósito más grande.
Recuerda que la sanidad del alma es un proceso continuo. Abraza la gracia de Dios y permite que Jesús restaure y renueve tu alma. Levántate y sigue adelante, porque Dios no ha terminado su obra en ti.
Jesús te dice en este momento:
“He aquí que yo traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y verdad”. –Jeremías 33.6
Tu vida puede estar en el mejor momento: el trabajo, los hijos, el matrimonio, los planes de vida, pero, aun así, puedes quedarte sola de un momento a otro. Aunque todo parezca ir bien, descubrir una infidelidad y enfrentar el abandono puede cambiar tu mundo para siempre. De repente, tu castillo se derrumba y nada será igual. Tu mundo de colores se transforma en un sobrio y en blanco y negro.
Hubo una época en la que todo me salía mal. No conseguía trabajo, mis relaciones amorosas eran un desastre, cada idea que emprendía fracasaba o no prosperaba, tenía problemas en mi casa y me sentía completamente sola. Un día me enojé con Dios y le pregunté por qué me había hecho pasar por tanto dolor en mi vida. Siendo objetiva, muchas de esas situaciones no eran directamente culpa mía y se salían de mi control.
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