Por Mili Parra
Tu vida puede estar en el mejor momento: el trabajo, los hijos, el matrimonio, los planes de vida, pero, aun así, puedes quedarte sola de un momento a otro.
Aunque todo parezca ir bien, descubrir una infidelidad y enfrentar el abandono puede cambiar tu mundo para siempre. De repente, tu castillo se derrumba y nada será igual. Tu mundo de colores se transforma en un sobrio y en blanco y negro.
¿Dónde quedaron esos amigos que estaban siempre cerca cuando todo iba “bien”?
¿Dónde quedan tus planes para el futuro cercano?
¿Dónde quedó el amor inquebrantable y la promesa de amor eterno?
¿Qué voy a hacer ahora?
¿Qué va a pasar con mis hijos?
Estas y muchas más preguntas pasan por tu mente. Amiga, no estás sola. No se puede esconder el dolor del amor cuando se ha perdido.
Sí, te has quedado sola, con tus hijos, y una nueva vida empieza ahora. La incertidumbre te invade y solo hay confusión. Los sentimientos que afloran son tristeza, dolor e impotencia. Aquellos de tu círculo están ausentes, y tu dolor es tan grande que solo clamas a Dios por ayuda. Es en esos momentos que recuerdas que hay alguien poderoso y único que puede escucharte.
La verdad es que, aunque mires a tu alrededor y solo veas soledad y tristeza, no estás sola. Dios está contigo y Él quiere consolarte. Él quiere enseñarte cómo encontrar ese amor perfecto y eterno. Eso solo Dios te lo puede dar. Donde el hombre falla, Dios nunca nos falla; donde el hombre miente, Dios siempre nos habla con la verdad; donde el hombre es infiel, Dios es siempre fiel; donde el hombre ama condicionalmente, el amor de Dios es incondicional y eterno.
¿Has tenido una relación estrecha con Dios? Si no es así, esta es la oportunidad de encontrarte con Él y experimentar su consuelo. Quizás todo esto es nuevo para ti, y está bien. Dios siempre pondrá a alguien para que te ayude a acercarte a Él. Ahí en tu soledad, Dios está contigo, solo espera que lo recibas y te dejes consolar.
La soledad puede traer consigo depresión y ansiedad, y la verdad es que tus hijos te necesitan más que nunca. No eres la única pasando por un quebrantamiento. Tus hijos también tienen preguntas y se sienten tristes. Solo te queda agarrarte firmemente de Dios y ayudarlos a pasar por este tiempo tan difícil. Tú perdiste un esposo y ellos han perdido la presencia de un padre en casa. Esto será un proceso de adaptación y, con la ayuda de Dios, podrás rehacer tu vida.
Tu vida puede estar en el peor momento, pero ya no estás sola. Dios tiene planes para ti.
En medio de la soledad y el dolor, es crucial recordar que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. La Biblia nos enseña que, aunque enfrentemos pruebas y tribulaciones, estas pueden ser oportunidades para crecer y fortalecer nuestra fe.
Romanos 5:3-4
“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter; y el carácter, esperanza.”
Dios utiliza nuestras dificultades para moldearnos y prepararnos para un futuro mejor. Aunque ahora te sientas sola y desamparada, confía en que Dios está trabajando en tu vida de maneras que quizás no puedas ver en este momento.
Isaías 41:10
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
La resiliencia es la capacidad de recuperarse de las adversidades. Enfrentar la soledad y el dolor puede ser una oportunidad para desarrollar una mayor fortaleza interior y una relación más profunda con Dios. A través de la oración, la lectura de la Biblia y la comunión con otros creyentes, puedes encontrar el apoyo y la guía que necesitas para superar este difícil momento.
Salmos 34:18
“Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.”
Recuerda que no estás sola. Dios está contigo en cada paso del camino, y Él tiene un plan para tu vida que es bueno y lleno de esperanza.
Hubo una época en la que todo me salía mal. No conseguía trabajo, mis relaciones amorosas eran un desastre, cada idea que emprendía fracasaba o no prosperaba, tenía problemas en mi casa y me sentía completamente sola. Un día me enojé con Dios y le pregunté por qué me había hecho pasar por tanto dolor en mi vida. Siendo objetiva, muchas de esas situaciones no eran directamente culpa mía y se salían de mi control.
La relación entre madre e hija es uno de los lazos más profundos y significativos que puede existir en nuestras vidas. Este vínculo es reflejo del amor incondicional, la sabiduría compartida, y el apoyo mutuo que se cultiva a lo largo de los años.
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