Por Alexandra Rossi
Hubo una época en la que todo me salía mal. No conseguía trabajo, mis relaciones amorosas eran un desastre, cada idea que emprendía fracasaba o no prosperaba, tenía problemas en mi casa y me sentía completamente sola.
Un día me enojé con Dios y le pregunté por qué me había hecho pasar por tanto dolor en mi vida. Siendo objetiva, muchas de esas situaciones no eran directamente culpa mía y se salían de mi control. Así que me sentía víctima de las injusticias de la vida y de lo que otras personas habían hecho para hacerme sentir mal.
Pero en un momento, cuando estaba de rodillas suplicándole que me ayudara y quejándome de mi mala suerte, Dios me habló y me dijo firmemente “Levántate”. Yo me puse de pie y Él siguió hablándome. Me dijo que yo era hija del Altísimo, del Dios todopoderoso. Y Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio (2 Timoteo 1:7). Me dijo, “¡Reclama tu identidad como hija de Dios!”.
Ninguna hija de Dios es una víctima de las circunstancias. Dios a veces permite que algunas situaciones pasen por nuestras vidas porque Él tiene un propósito. El propósito que Dios tenía para mí era que yo me “levantara” no a nivel físico sino a nivel emocional y espiritual. Que fuera una vencedora junto a Él. Y así pasó. Estoy segura de que el propósito que Él tiene para ti, si te sientes una víctima, es que también te levantas en victoria en el nombre de Cristo Jesús.
Desde ahora en adelante, cada vez que te sientas una víctima, recuerda que Dios camina contigo en medio de tu tormenta con pasos victoriosos. Levanta la cabeza porque caminas al lado del vencedor, el Dios todopoderoso.
Y respecto a las situaciones en tu vida, haz lo que yo hice. Se las dejé todas en manos de Dios. Él sabe mejor que tú qué hacer con tus problemas. Marcha en medio de la batalla con tu cabeza en alto, con tu paso firme, y como la vencedora que eres. Acércate a Dios y verás como tu corazón se llena de paz, amor y gozo, tu mente se aclara, y tu vida toma un rumbo diferente. El camino que Dios tiene planeado para ti es de prosperidad, de esperanza y de un buen futuro. (Jeremías 29:11)
¿Alguna vez has detenido a observar las nubes formar figuras, escuchar las olas romper contra las rocas costeras o deleitarte con el canto de los pájaros de colores, y has sentido la grandeza de la creación de Dios? La Biblia nos dice que la naturaleza es una de las maneras en que Dios nos muestra su amor.
Ser madre es una bendición y una gran responsabilidad. Las que somos madres sabemos que con tantas responsabilidades, pareciera que nunca podremos tener un balance. Si nos ocupamos mucho de la casa, los quehaceres, los hijos y el esposo, no nos queda tiempo para nosotras y tampoco para Dios.
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