Por Johana López
La relación entre madre e hija es uno de los lazos más profundos y significativos que puede existir en nuestras vidas. Este vínculo es reflejo del amor incondicional, la sabiduría compartida, y el apoyo mutuo que se cultiva a lo largo de los años. Tener una madre amorosa y sabia es una bendición de Dios.
La Biblia nos ofrece una visión conmovedora de esta relación a través de la historia de Rut, mi libro favorito en la biblia. Este libro nos proporciona un entendimiento profundo de la conexión especial que existe entre madre e hija que puede suceder con una madre biológica, con una suegra amorosa, con una líder de la iglesia, con una madrastra y con una mentora.
Después de haberlo perdido todo y quedar totalmente desamparada, Rut, va con sus dos nueras a buscar oportunidades para proveer por ellas. Esto demuestra el cuidado que nos ofrece el amor de madre para proveer para nuestras necesidades desde el momento de la concepción. Este amor lo experimente desde niña con mi mama la cual ha dejado todo al lado para proveer un bienestar y seguridad emocional para mi y para mis hermanas.
Este amor de madre también se activó en mí en menos de tres segundos en el momento en que el doctor me dijo que estaba embarazada de mi bebe que nunca nació ya que fue un embarazo ectópico. Aunque perdí a mi bebe, sigue en mi corazón y se que esta con el Señor. El me ha bendecido con tres hijos más a los cuales puedo proteger, guiar y amar con todo mi corazón.
Este versículo nos recuerda la importancia de honrar y valorar a nuestras madres por el impacto significativo que tienen en nuestras vidas. Pensemos en cómo podemos honrar a nuestras madres. Quizás es escribiendoles un mensaje de agradecimiento, enviándoles un pequeño regalo o quizás pidiéndo un consejo. Nuestras madres tienen tanto amor por nosotras que siempre estarán dispuestas a orar por nosotras y a ayudarnos con una palabra de aliento.
Aunque solo una de las nueras decide seguir a su suegra, su mentora, su figura maternal. Vemos que Rut le pide guía durante su estadía en esta nueva etapa de la vida.
He sido muy afortunada de encontrar madres en cada etapa de mi vida como por ejemplo cuando estaba estudiando, en el trabajo y en mi iglesia. Figuras maternales que me ayudaron en momentos difíciles, me guiaron y brindaron su amor profundo. Algunas de ellas incluyen a Evelyn, mi profesora de estudios sociales cuando llegue a los Estados Unidos, que me ayudó a entrar a una muy buena escuela secundaria y ayudó a mis padres en momentos difíciles. También pienso en Aracelly, mi supervisora que me ayudó a navegar el sistema de trabajo con una visión de líder. Pienso en Peggy que ha orado por mí y me ha brindado apoyo en el momento más difícil de mi matrimonio. Pienso también en Angela, que me guió al comienzo de mi empresa con sabiduría y cariño. La lista sería muy larga porque he tenido muchas mujeres que han impartido su amor maternal en mí sin pedir nada a cambio.
El Señor bendice el amor de madre que brindamos a nuestras hijas, amigas y colegas. El Señor bendijo la vida de Rut y de Noemi grandemente. Vemos en este versículo como Rut y Noemi se convierten reciben provisiones en su presente y luego aprendemos como Rut esa bendición sobrepasa el tiempo. Aprendemos que Rut se convierte en la bisabuela del Rey David y la abuela lejana del Mesías, Cristo Jesus, el cual descendió de la línea genealógica de David.
Sabiendo que el amor de madre puede ser bendición en tu vida y en tus propias generaciones te invito a que pienses en cómo puedes demostrarle amor y lealtad a esas mujeres que representan una figura maternal. Te invito a mandar ese mensaje o a hacer esa llamada. No cuesta nada.
Tu vida puede estar en el mejor momento: el trabajo, los hijos, el matrimonio, los planes de vida, pero, aun así, puedes quedarte sola de un momento a otro. Aunque todo parezca ir bien, descubrir una infidelidad y enfrentar el abandono puede cambiar tu mundo para siempre. De repente, tu castillo se derrumba y nada será igual. Tu mundo de colores se transforma en un sobrio y en blanco y negro.
Hubo una época en la que todo me salía mal. No conseguía trabajo, mis relaciones amorosas eran un desastre, cada idea que emprendía fracasaba o no prosperaba, tenía problemas en mi casa y me sentía completamente sola. Un día me enojé con Dios y le pregunté por qué me había hecho pasar por tanto dolor en mi vida. Siendo objetiva, muchas de esas situaciones no eran directamente culpa mía y se salían de mi control.
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