¿Alguna vez te han dicho que tomas las cosas muy a pecho, que reaccionas mal, que tienes mal humor, o que te deprimes muy fácil? Todos esos son síntomas de problemas de salud mental. Tener una pobre salud mental no es tu culpa. Nadie determina un día vivir con ataques de pánico o desórdenes compulsivos porque sí.

Desde el comienzo de la humanidad Dios creó al hombre y a la mujer para que se complementaran.  Él no dijo “Crearé a Eva, ayuda idónea para Adán, hasta que el amor les dure, o hasta que no haya peleas, o hasta que decidan separarse”. No, Dios nos creó para estar unidos. Es obvio que Dios no quiere que estemos en matrimonios donde hay abuso y corra en riesgo nuestra seguridad. Y también Mateo dice que es lícito el divorcio si ha habido adulterio. (Mateo 19:9).

Siempre tendemos a pensar que todas las personas a quienes conocemos y queremos estarán con nosotras toda la vida. Muchas veces, solo están por una estación. Asimismo puede ser un trabajo, una posición, un ministerio, una oportunidad. No todo es para siempre.

¿Alguna vez te ha pasado que lo que se suponía ser el momento más feliz de tu vida, se convirtió en incertidumbre y dolor? ¿Cómo explicarle a una madre primeriza a pocas horas de una sesión de fotos para anunciar su embarazo, que su bebe tiene problemas en el vientre y solo tiene 50% de posibilidades de sobrevivir? Es exactamente lo que me ocurrió, y en ese momento el dolor e incertidumbre nos embargó a mi esposo, a mí y a toda mi familia. Pero nunca dudamos del amor y la fidelidad de Dios.